Psic. Claudia Rebeca
Mera Miranda Biografía
Nací el 1ro de julio de 1981. Mis padres me pusieron el
nombre de Claudia Rebeca; tengo dos nombres por que mi papá eligió llamarme
como su mamá: Rebeca, y mi madre, no
contenta con la decisión, me puso también: Claudia.
Su plan fue siempre llamarme así, pero al final de la historia todos me dicen
Rebeca. A lo largo de los años me han llamado de muchas formas: de niña de me
decían “güereja”, “güerita”, “brujita”, Rebeca y ya más grande me han dicho
“Becky”, “Beca”, “Rébel”, “Bebecita” y “Rebe”, pero mis favoritos son los
sobrenombres que me ha puesto mi esposo, son los mejores para mí.
Tuve una infancia tranquila, sin ningún
acontecimiento traumático ni nada por el estilo. Mis recuerdos de la infancia
son juegos, travesuras y pleitos con mi hermana menor, increíbles pijamadas con
mi abuela paterna y muchas clases de manualidades como pintura de cerámica,
tejido y horas en la cocina preparando galletas y pasteles, que siempre acababan
siendo un desastre. A los 8 años me operaron del apéndice, para mí fue la gran
aventura donde sentí mucho dolor, hambre, hubo mucho apapacho por parte de toda
mi familia y una aburrida recuperación. Recuerdo que a los 11 años fui a pedir
trabajo a una guardería del IMSS que estaba a la vuelta de la casa donde vivía,
recuerdo bien la cara de la asistente cuando le dije a lo que iba, abrió la
boca y los ojos se le hicieron más grandes de lo que los tenía; me hicieron esperar largos, muy largos
minutos en la sala de espera y sólo me mandaron el recado de la directora diciéndome
que regresara cuando fuera mayor de edad. Me sentí muy triste, en realidad
quería ayudar en la guardería y estar con los niños. Siempre supe qué quería
ser de grande: deseaba trabajar con
niños aunque no tenía muy claro cómo iba a ser, ya que ser maestra en un salón
de clases no era precisamente mi sueño. Desde que tengo uso de razón, mi sueño
fue bailar, pero mis papás son pésimos bailadores y decidieron que no era una
gran idea, como a ellos no les gusta, pues supongo que creyeron que a mí
tampoco me iba a gustar.
Mi adolescencia fue muy tranquila. Me
encantaba salir con mis amigas por la tarde a comer helado y a caminar por la
Condesa y la Zona Rosa. Era realmente divertido ver aparadores, todo tipo de
gente en las calles y chismear con mis amigas.
A los 17 años de edad sufrí un ataque de
tipo epiléptico. Estuve en el hospital por dos días; los neurólogos no supieron
diagnosticar lo que me sucedió. Dijeron que podía ser epilepsia o una reacción
a un medicamento antigripal que había tomado, pero en ambos casos el tratamiento
era el mismo: tomar antiepilépticos y no hacer actividades que pudieran poner
en riesgo mi persona, tales como manejar, cocinar y en algunas otras tenía que
estar acompañada, como para nadar o caminar en la calle. Fueron seis meses
largos, por suerte no volví a tener un ataque y me dieron de alta tras ese
lapso de tratamiento. Éste ha sido de los episodios que más han marcado mi
vida, ya que ahora disfruto mucho mi soledad, valoro poder hacer cosas
sencillas y lo mejor de todo es que durante esta etapa comencé a bailar. Ya que
tenía que hacer ejercicio, decidí meterme al taller de danza contemporánea del
Tec de Monterrey, donde estudiaba la preparatoria. Descubrí que no sólo me encanta y apasiona
bailar, sino que no lo hago nada mal si me esfuerzo. Desde entonces no he
dejado de bailar, he tomado clases de diferentes tipos, como bailes de salón,
danza árabe, flamenco y ballet. Actualmente bailo flamenco y ballet. Mi sueño
es bailar hasta que sea mayor y compartir el escenario con mis nietas y nietos.
Cuando tuve que tomar la decisión sobre
qué estudiar fue un poco complicado, ya que, aunque sabía perfectamente qué me
gustaba, no sabía cuál camino tomar. Primero opté por estudiar Ciencias de la
Educación, pero después de un semestre me di cuenta que no era exactamente lo
que quería. La educación me gusta, pero me interesa mucho más el comportamiento
humano, así que me cambié a la carrera de Psicología, la cual me apasiona y
disfruté mucho mi formación, pues todas las áreas me gustaron. Después de
graduarme comencé a especializarme en el área infantil tomando cursos y diplomados.
He tenido la oportunidad de viajar mucho,
me considero afortunada, ya que han sido viajes increíbles cuyos recuerdos guardo
con mucho cariño. He viajado sola, con mi familia, con amigos y con mi esposo.
He estado en lugares maravillosos y he probado comida exquisita: soy
afortunada.
Sobre mis gustos, creo que han sido los
mismos que desde niña. Me gusta bailar, cocinar, hacer manualidades, hacer
ejercicio como correr, viajar, leer, trabajar con niños y ahora que estoy
casada se han agregado gustos que jamás imaginé, como el beisbol.
Actualmente vivo con mi esposo, doy clases
de yoga a niños, doy terapia de aprendizaje y emocional, tomo clases de baile,
como ya lo mencioné, y sigo con mi formación en yoga.
Ahora que soy adulta disfruto de cuidar mi
hogar, cocinar, estar con mi esposo, bailar, hacer acrobacias en yoga, trabajar
con los niños y escuchar sus aventuras, sus logros y sus problemas. Mis alumnos,
mis amigos y mis pacientes me dicen “Rebe”.
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