sábado, 24 de diciembre de 2011

Anatomía y yoga para niños de 2 a 4 años de edad.


La práctica del yoga por sí misma ofrece varios beneficios tanto físicos como emocionales. Existen  distintos tipos de yoga dependiendo de las necesidades y características de cada persona. Algunos buscan ejercitarse con yoga para bajar de peso, curar alguna lesión física, mejorar la postura, el equilibrio o flexibilidad,  etc., todas son razones respetables.
En el caso de la práctica en niños tan pequeños es difícil encontrarnos con algún problema físico propiamente dicho, salvo alguna malformación o enfermedad  de nacimiento. Pero en el resto de los niños, no hay problemas de obesidad, ni de mala postura o flexibilidad. Los niños de 2 a 4 años de edad son niños flexibles, con energía, tienen cuerpos sanos sin ningún problema de malos hábitos posturales como sucede con nosotros los adultos.
Pero si es muy importante tomar en cuenta las características propias de los niños de esta edad, ya que sus cuerpos están en desarrollo, y existen algunas limitaciones que pueden ponerlos en riesgo para su cuerpo. Así como situaciones de riesgo a las cuales no se les debe exponer.

Los niños de esta edad es muy probable que tengan dificultades con el equilibrio,  así que las posturas como:  árbol, grulla, guerrero 3 serán difíciles de realizar, pero no imposibles. Se pueden utilizar aditamentos  o implementar algunas modificaciones que los ayuden a realizar estas posturas donde los pequeños se sientan seguros y exitosos al hacer yoga. Se pueden apoyar de la pared o cogerlos de la mano mientras las realizan o si es un grupo grande de niños, entre ellos mismos se pueden dar apoyo para realizar las posturas.
Es importante que realicen estas posturas  de equilibrio ya que les ayudará a su desarrollo  físico y fomentará el autoestima y seguridad.

Los niños a esta edad siguen en una etapa de desarrollo importante, algunos huesos se están fusionando, ciertas articulaciones son frágiles, por lo que las posturas que requieran mucha fuerza de articulaciones como parado de manos o las posturas sobre los tobillos y empeines es recomendable que se hagan por muy poco tiempo, unos segundos es suficiente, lo que dure en niño en esa postura.

La  columna vertebral es las partes del cuerpo que sigue en desarrollo fuera del útero de la madre por mucho tiempo. Cuando estamos en el vientre materno sólo tenemos una curvatura espinal. Cuando nacemos y pasamos por el cuello uterino se forma la segunda curvatura de la columna que es la zona cervical. Hasta los 2 años comienza a formarse la tercera curvatura que es la zona lumbar. Gracias a la curvatura de la zona lumbar podemos estar en pie, caminar, correr y saltar etc., sin caernos. Es por ello que los niños antes de los dos años  de edad su caminar es torpe e inestable. Es importante tomar en cuenta que  en estos cambios en la columna vertebral están implicados muchos músculos que permiten este movimiento y que sólo ejercitándolos y desarrollándolos logran su estado optimo. Es importante saber de anatomía y por suerte para nosotros existen libros especializados del tema que nos ayudan a conocer nuestro cuerpo .

Tomando en cuenta que lo niños a esta edad aun están en desarrollo de la zona lumbar, no es recomendable hacer posturas de inversión, ni que tengan que levantar sus piernas, así como tampoco  que tengan que sostenerse con el cuello, como la postura de la vela, el bote y los arcos. Ya que sus cuerpos aún no están listos. Sin embargo, es recomendable realizar posturas que fortalezcan esta zona y ayuden a su desarrollo normal, como la postura de gato y vaca.

Si practicas yoga y te gustaría practicarlo y compartirlo con tus hijos, sobrinos, alumnos, primos, etc., confía en lo que sabes, juega con ellos, no necesitas un mat con ellos, haz historias, cuenta cuentos, canta con las posturas, diviértete haciendo yoga. Confía en tu intuición y confía en la sabiduría interior del pequeño(a)  quien te pedirá que realicen algunas posturas, te pedirá ayuda si lo necesita e ignorará las posturas que no le sean gratas. Observa a tu pequeño,  practica yoga con el sin juicios, ni apegos. Saber de los riesgos  y características propias de su edad nos da una herramienta valiosa para hacer yoga de forma consciente, en el aquí y ahora.








lunes, 5 de diciembre de 2011

Autobiografia


Psic. Claudia Rebeca Mera Miranda                                                                    Biografía
Nací el 1ro de julio de 1981. Mis padres me pusieron el nombre de Claudia Rebeca; tengo dos nombres por que mi papá eligió llamarme como su mamá: Rebeca, y mi madre, no contenta con la decisión, me puso también: Claudia. Su plan fue siempre llamarme así, pero al final de la historia todos me dicen Rebeca. A lo largo de los años me han llamado de muchas formas: de niña de me decían “güereja”, “güerita”, “brujita”, Rebeca y ya más grande me han dicho “Becky”, “Beca”, “Rébel”, “Bebecita” y “Rebe”, pero mis favoritos son los sobrenombres que me ha puesto mi esposo, son los mejores para mí.
Tuve una infancia tranquila, sin ningún acontecimiento traumático ni nada por el estilo. Mis recuerdos de la infancia son juegos, travesuras y pleitos con mi hermana menor, increíbles pijamadas con mi abuela paterna y muchas clases de manualidades como pintura de cerámica, tejido y horas en la cocina preparando galletas y pasteles, que siempre acababan siendo un desastre. A los 8 años me operaron del apéndice, para mí fue la gran aventura donde sentí mucho dolor, hambre, hubo mucho apapacho por parte de toda mi familia y una aburrida recuperación. Recuerdo que a los 11 años fui a pedir trabajo a una guardería del IMSS que estaba a la vuelta de la casa donde vivía, recuerdo bien la cara de la asistente cuando le dije a lo que iba, abrió la boca y los ojos se le hicieron más grandes de lo que los tenía;  me hicieron esperar largos, muy largos minutos en la sala de espera y sólo me mandaron el recado de la directora diciéndome que regresara cuando fuera mayor de edad. Me sentí muy triste, en realidad quería ayudar en la guardería y estar con los niños. Siempre supe qué quería ser de grande:  deseaba trabajar con niños aunque no tenía muy claro cómo iba a ser, ya que ser maestra en un salón de clases no era precisamente mi sueño. Desde que tengo uso de razón, mi sueño fue bailar, pero mis papás son pésimos bailadores y decidieron que no era una gran idea, como a ellos no les gusta, pues supongo que creyeron que a mí tampoco me iba a gustar.
Mi adolescencia fue muy tranquila. Me encantaba salir con mis amigas por la tarde a comer helado y a caminar por la Condesa y la Zona Rosa. Era realmente divertido ver aparadores, todo tipo de gente en las calles y chismear con mis amigas.
A los 17 años de edad sufrí un ataque de tipo epiléptico. Estuve en el hospital por dos días; los neurólogos no supieron diagnosticar lo que me sucedió. Dijeron que podía ser epilepsia o una reacción a un medicamento antigripal que había tomado, pero en ambos casos el tratamiento era el mismo: tomar antiepilépticos y no hacer actividades que pudieran poner en riesgo mi persona, tales como manejar, cocinar y en algunas otras tenía que estar acompañada, como para nadar o caminar en la calle. Fueron seis meses largos, por suerte no volví a tener un ataque y me dieron de alta tras ese lapso de tratamiento. Éste ha sido de los episodios que más han marcado mi vida, ya que ahora disfruto mucho mi soledad, valoro poder hacer cosas sencillas y lo mejor de todo es que durante esta etapa comencé a bailar. Ya que tenía que hacer ejercicio, decidí meterme al taller de danza contemporánea del Tec de Monterrey, donde estudiaba la preparatoria.  Descubrí que no sólo me encanta y apasiona bailar, sino que no lo hago nada mal si me esfuerzo. Desde entonces no he dejado de bailar, he tomado clases de diferentes tipos, como bailes de salón, danza árabe, flamenco y ballet. Actualmente bailo flamenco y ballet. Mi sueño es bailar hasta que sea mayor y compartir el escenario con mis nietas y nietos.
Cuando tuve que tomar la decisión sobre qué estudiar fue un poco complicado, ya que, aunque sabía perfectamente qué me gustaba, no sabía cuál camino tomar. Primero opté por estudiar Ciencias de la Educación, pero después de un semestre me di cuenta que no era exactamente lo que quería. La educación me gusta, pero me interesa mucho más el comportamiento humano, así que me cambié a la carrera de Psicología, la cual me apasiona y disfruté mucho mi formación, pues todas las áreas me gustaron. Después de graduarme comencé a especializarme en el área infantil tomando cursos y diplomados.
He tenido la oportunidad de viajar mucho, me considero afortunada, ya que han sido viajes increíbles cuyos recuerdos guardo con mucho cariño. He viajado sola, con mi familia, con amigos y con mi esposo. He estado en lugares maravillosos y he probado comida exquisita: soy afortunada.
Sobre mis gustos, creo que han sido los mismos que desde niña. Me gusta bailar, cocinar, hacer manualidades, hacer ejercicio como correr, viajar, leer, trabajar con niños y ahora que estoy casada se han agregado gustos que jamás imaginé, como el beisbol.
Actualmente vivo con mi esposo, doy clases de yoga a niños, doy terapia de aprendizaje y emocional, tomo clases de baile, como ya lo mencioné, y sigo con mi formación en yoga.
Ahora que soy adulta disfruto de cuidar mi hogar, cocinar, estar con mi esposo, bailar, hacer acrobacias en yoga, trabajar con los niños y escuchar sus aventuras, sus logros y sus problemas. Mis alumnos, mis amigos y mis pacientes me dicen “Rebe”.